Nosotras, las mujeres de hoy, fundamentadas en las fuentes de la vida monástica, bajo la guía del evangelio, viviendo la actitud de la tradición monástica. Queremos, en la práctica de la regla benedictina escuchar lo que nos dicen las tradiciones cistercienses y estar atentas al querer de Dios. Nos mantenemos activas en la participación de la Iglesia , dentro de nuestra sociedad de hoy.Según las inspiraciones del Espíritu Santo, somos conscientes de la aplicación de unos criterios indicados, que nos marcan la responsabilidad de cara nuestra vida religiosa, dentro de nuestra historia, maestra de vida, pero no la dueña. Pero que nos recuerda, inspira, y nos deja libres para avanzar.

Nuestra vida monástica tiene por finalidad, “Buscar y encontrar a Dios”. Presente en la Iglesia, en la comunión fraterna y en los sacramentos. Primordialmente en la vida de oración, la Misa, el oficio divino, que tiene que ocupar el primer lugar en nuestra vida. Es preciso que el espíritu de oración penetre toda nuestra vida.

Con nuestro trabajo serio y responsable queremos crecer en la perfección cristiana y dar un testimonio de servicio fraterno, en el mundo de hoy.

Las personas que vivimos unidas en comunidad , con las mismas finalidades y obligaciones, también tenemos una comunicación verdadera y sincera. Nos escuchemos mutuamente y con el gozo dentro el corazón, nos damos al servicio común.